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America

El Aconcagua, lugar mágico para montañeros

La sensación que produce estar en el campamento base del punto más alto del continente americano, el Aconcagua, es el de tener el mundo a los píes. Sentirse como un pájaro en un lugar donde se escucha el silencio. La altitud de éste es de 6.959 metros sobre el nivel del mar. Es mágico para los deportistas de la montaña de medio mundo. Por la cara norte, cada año más de 7.000 andinistas de los cinco continentes intentan conquistarlo, donde tan sólo un 30% lo consiguen, cobrándose, al mismo tiempo, 3 vidas por temporada. Dos españoles, este año, han dejado su vida.

La cara sur es una de las paredes más peligrosas del mundo, debido a los aludes de nieve que se desprenden de una manera imprevisible. Los más nostálgicos dejan escrito que si su vida se queda por el camino quieren ser enterrados en el pequeño cementerio que se encuentra al píe de la Aconcagua.

Tal como apuntaba, la sensación de encontrarse en un punto tan emblemático, es el de estar muy cerca del cielo. Creo entender a los “locos” enamorados del montañísmo. Desde aquí las alas de los turistas quieren abrirse para planear sobre el valle que rodea la cordillera y utilizar los hostales y albergues que encuentran en el camino.

De vuelta hacia la plana de Mendoza, situada, ésta, a unos setecientos metros de altura y dejando atrás el Puente de Inca y sus aguas medicinales que recorren mansamente por el lugar, se llega a las cercanías de la capital mendozina donde la viña da color al campo y perfume a la uva que más tarde, una vez realizada la correspondiente fermentación, se convertirá en vino de perfil moderno, complejo y para conquistar a los enófilos enamorados de los sabores del Nuevo Mundo.

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